Como me dijo mi psicóloga

Ir a Terapia no es para cualquiera.   A terapia solo van los valientes.   Los que quieren mejorar.   Los que quieren avanzar.   Los que quieren cambiar y romper patrones tóxicos.   Sanar viejas heridas.   Los que se atreven a mirar la mierda de dentro y a sacarla para limpiar.   Para los que abren el armario y tiran la ropa vieja, sucia y que huele a rancio.   Yo voy a ser valiente por ellos.   No fue fácil. Dolió mucho. Y no cualquiera coge ese dolor y lo acepta, lo abraza y lo transforma.   Se merecen a una madre sana, estable, que no los traumatice y los haga ir a terapia de adultos.   El camino es largo, pero vamos pasito a pasito.   Ahora que me doy cuenta de los traumas ajenos, porque ya me conozco a mí misma y se lo que no tolero. Siento pena por ellos, y por sus hijos.   Sobre todo, por sus hijos.   Porqué el que tiene un trauma y no acude a terapia, su hijo lo hará en el futuro.   Y si no va a terapia o repite patrón o se vuelve drogodependiente.   Tener hijos para darles un

Déjame que te explique


(Si, aunque sea cavernícola, sabe escribir y lo hace muy bien).

Después de leerlo me hizo pensar. Pensé en que últimamente parece que he iniciado una "batalla" contra mis suegros, por el respeto en la crianza de nuestro hijo. Y nada más lejos de la realidad. Así que con este post vengo a explicarte lo que pienso en realidad de mis suegros, sin ataque ni peloteos. De verdad de la buena.

Existen por Internet (y en la vida real) muchas personas que odian a muerte a sus suegros. Por las dos partes eh, ¡ojo!

Y yo llevo 14 años con mi marido. Por lo que ha dado tiempo de muchas anécdotas. Tanto buenas como malas. Recuerdo perfectamente cuando comencé a salir con Chuk, lo nerviosa que estaba por conocer a sus padres. Nunca había conocido a los padres de un novio. Bueno, ninguno me había durado lo bastante como para que valiera la pena conocerlos. Sí que conocía a los padres de algunos de mis amigos, y algunos de ellos parecían un miembro más del grupo. ;)

No recuerdo exactamente cuánto tiempo llevábamos juntos, ni el día que fue. Pero recuerdo estar comiendo en casa de mis suegros, y como antes de ir a comer mi ahora marido me advirtió que tuviera cuidado cuando fuera a beber. Dado que su padre era de los que contaban chistes mientras bebías. Osea lo que ahora se llama un pedazo de troll.

Me tocó un suegro cachondo. En el buen sentido de la palabra...

A pesar de ese aviso, alguna vez caí en la trampa. Claro, ¿cómo podría evitarse? No lo veía posible. Pero el peor momento que pasé fue un día, cuando al terminar de comer mi suegro dijo que se iba a dormir la siesta. Me miró y dijo: "Me voy a dormir. Ana no chilles".

Yo no sabía dónde meterme. Quería que la tierra me tragara. Yo era una adolescente muy tímida, reservada. De las que apenas hablaban a no ser que le preguntaras algo expresamente. Por otro lado, estábamos en plena efervescencia hormonal. Ejem. Ya tú sabes... Las hormonas, los instintos básicos. Estado solos los dos era inevitable que la sangre se encendiera. Y yo no sabía si mi suegro soltó esa gracia por mi personalidad silenciosa, o por la efervescencia hormonal.



La relación con mi suegra fue genial desde el principio. Había ratos que nos aliábamos para fastidiar a mi marido, para meternos con él. Y lo pasábamos genial. (Vale y aún lo hacemos, pero menos :P)

Bueno, excepto Chuk, que se enfadaba. (Te quiero Churry) No sé si ellos se acordarán, pero un día ella dijo que yo era como la hija que nunca tuvo. Y yo, sinceramente. Con los problemas que tenía con mi familia de sangre en esos momentos. (problemas solucionados hoy en día con algunos) Lo tomé casi al pie de la letra. Tuve una adolescencia muy difícil. Y me independicé muy jovenzuela. La gente no se lo creía. Venía de una familia rota. Bueno rota no. Inexistente. Pero eso no viene al caso.



Cuando algún amigo, comentaba algo malo sobre sus suegros. Cuando leía algo malo en Internet sobre los suegros de alguien. Yo pensaba, que había tenido suerte. Y lo digo de verdad, se lo puedes preguntar a Chuk si quieres. En alguna ocasión se lo dije a él.

Tengo unos suegros que nos han ayudado en lo que han podido. Cuando no llegábamos a final de mes, por ejemplo. Y otras cosas, que si las digo podría herir la sensibilidad de alguien. Así que me lo voy a reservar. Bueno, nos ayudaban, y nos ayudan.

¿Y si nos llevamos también, que ha cambiado?


Al ser padres, algo cambió en todos nosotros. Chuk y yo, éramos padres, pero ellos también se convirtieron en abuelos. Cambiamos.

Los primeros meses era Chuk el que se enfadaba cuando nos decían como criar al niño. Y yo le intentaba tranquilizar, diciendo le esta misma frase.

"Entiéndelo, ahora son abuelos. No te enfades.  Asiente y sonríe."



Ahora nosotros tenemos que educar, y aunque sé que esas cosas que a mí me ponen de los nervios, ellos no lo hacen con mala intención. Yo siento que he de luchar por mi maternidad. Porque se me tenga en cuenta. Porque alguna vez he sentido que mi opinión no valía nada. Y eso me ha hecho preguntarme que estaba pasando. Ellos me siguen cayendo muy bien. Solo que hay ciertos aspectos en la crianza en la que no estamos de acuerdo y chocamos. Debatimos, hablamos. Solo que me fastidia hacerlo una y otra vez. Explicar lo mismo. Hacer que se respete nuestra manera de crianza.

No los veo como enemigos. No son mis enemigos. Y si he hecho que parezca eso, lo lamento. No lo pretendía. Mi lucha es que se respete mi manera de criar. Ellos lo hicieron de otra manera, y lo respeto. Pero no lo comparto. Y ese es el problema.

Que sin ninguna maldad por su parte hacen cosas, o dicen cosas, de la manera que criaron a sus hijos. Ellos a lo mejor no se dan cuenta de que su crianza ya terminó. Ahora son abuelos, ahora nosotros criamos. Y estoy segura que en sus tiempos también se molestaron con ciertas personas por no respetar sus ideales de crianza. Me gustaría simplemente, que reflexionaran. Echaran la vista atrás y recordaran como era su crianza. En lo que buscaban en los abuelos de sus hijos.

Y pondré como ejemplo otra anécdota que cuenta siempre mi suegra.

Mi marido y su hermano, no están bautizados. Son ateos y querían que al crecer sus hijos decidieran por si mismos a que religión querían pertenecer. Si es que querían pertenecer a alguna. Explicándoles las diferencias de cada una. Un día la abuela de mi marido les dijo.

"Un día me llevaré a los niños y los bautizaré." 

A lo que mi suegra respondió.

"Muy bien, pues disfruta de ellos ese día, que no volverás a verlos en mucho tiempo."

No sé si se entiende la moraleja de lo que intento explicar. Pero por si acaso. A veces, cuando somos padres. Para hacer que se respete nuestra manera de crianza, llegamos a tener que hacer o decir ciertas cosas para que se nos tome en serio. Porque parece que por ser primerizos no tenemos ni idea de lo que estamos haciendo y lo vamos a hacer mal.

Y es posible, que lo hagamos mal. Esa es la gracia de todo. Todo ser humano, sea padre, madre, o no lo sea. Comete errores. Y si esperar a que mi hijo esté preparado y él solo (con ciertas señales) me diga que está listo para dejar el pañal. Pues intentaré enmendarlo. Es un error que solo nos afecta a nosotros tres.

Me gustaría que como abuelos se preocuparan de ser abuelos. Y si, aunque la palabra suene mal, Malcriarlo. Porque entiendo que los abuelos están para malcriar. Por eso Alex se va tan contento con ellos. Porque sabe lo que hay. (y esto lo confirmé hablando con un vecino, al que le pasa lo mismo. Su hija con los abuelos es un ángel)

Y no me parecería mal si tuviera la certeza de que respetan ciertos aspectos de su crianza. A mí me encanta que esté con ellos. Me encanta ver lo feliz que se va, y lo feliz que vuelve. Sé que con ellos está a salvo, y está bien cuidado. Aunque al principio me costó un poco dejárselo. No porque no me fiara. Si no, por mí. Separarme de él, aunque fuera solo unas horas se hacía muy duro. Pero era algo necesario, tanto para él como para nosotros. Yo lo necesitaba. Aunque me siga sintiendo rara cuando no está. Me falta algo.

Necesito tiempo a solas conmigo misma. Y se agradece muchísimo. El post que hice sobre la abuela que quería ser para mis futuros nietos. Era para que mi hijo, si algún día lee este blog, sepa lo difícil que fue para nosotros. Y un recordatorio para mí misma. Para no olvidar la mala época de rabietas que tiene. Y lo desesperada que estaba buscando empatía y ayuda.

Tal vez, hacerse lo saber mediante un blog no sea la mejor manera. Pero es mi mejor manera de expresarme. Es como más cómoda me siento. Porque cara a cara, algunas cosas se olvidan. Dejamos puntos sin aclarar por miedo al enfrentamiento. Por miedo a discutir. No se me da bien discutir. Me pongo muy nerviosa. Si no consigo hacerte entender mi postura me enfado y puedo llegar a perder los nervios. No me gusta. Es frustrante. Prefiero no hacerlo. Mi marido lo sabe muy bien. Él sabe cómo tranquilizar me (a veces) cuando me enfado. Hacerme ver la posición de la otra parte. Aunque a veces no me guste, o no lo entienda.



Y bueno, está es mi postura. Espero haber aclarado conceptos, y hacer las paces con esas personas. Siento mucho que la gente se sienta ofendida. Si fuera esa mi intención iría al cuello, os lo aseguro.

Gracias por leer. ¡Un abrazo y feliz semana!

Comentarios

  1. Gracias por la mención y me alegro de servirte de inspiración.

    Nosotros hemos tenido suerte (o no sé; como llamarlo) que ambas aceptan nuestras maneras de criar y bueno, salvo en cenarle a comer mi suegra, lo demás lo acepta. De no ser así estaba claro que sería de otra forma.

    Un saludo :)

    ResponderEliminar
  2. ¡Gracias a ti por inspirarme musa! Jajaja
    Está claro que no podemos estar en sintonía con el mundo entero. Eso sería algo muy raro y seguramente aburrido. Pero podemos pensar diferente y respetarnos. ¡abrazo!

    ResponderEliminar

Publicar un comentario