Como me dijo mi psicóloga

Ir a Terapia no es para cualquiera.   A terapia solo van los valientes.   Los que quieren mejorar.   Los que quieren avanzar.   Los que quieren cambiar y romper patrones tóxicos.   Sanar viejas heridas.   Los que se atreven a mirar la mierda de dentro y a sacarla para limpiar.   Para los que abren el armario y tiran la ropa vieja, sucia y que huele a rancio.   Yo voy a ser valiente por ellos.   No fue fácil. Dolió mucho. Y no cualquiera coge ese dolor y lo acepta, lo abraza y lo transforma.   Se merecen a una madre sana, estable, que no los traumatice y los haga ir a terapia de adultos.   El camino es largo, pero vamos pasito a pasito.   Ahora que me doy cuenta de los traumas ajenos, porque ya me conozco a mí misma y se lo que no tolero. Siento pena por ellos, y por sus hijos.   Sobre todo, por sus hijos.   Porqué el que tiene un trauma y no acude a terapia, su hijo lo hará en el futuro.   Y si no va a terapia o repite patrón o se vuelve drogodependiente.   Tener hijos para darles un

El parto de Supergirl


En este parto decidí ir al Hospital General de Alicante por toda la mala experiencia sufrida en el de San Juan, quería probar si ciertamente como ya me habían comentado un montón de personas si podía tener un parto diferente. Respetado.

Llegamos a las 11 aproximadamente. Al tener la bolsa rota me dejaron ingresada pero no me indujeron; nos quedamos en una habitación doble pero solos. Querían esperar a ver si yo sola me ponía de parto, pero no fue así por lo que a la mañana siguiente me lo indujeron con oxitocina.


Así de diferente comenzó este parto. Con el de Superboy no tuve la oportunidad de descansar ni de comer. Era primeriza y estaba tan cagada que pedí la epidural enseguida. Y claro con la epidural no puedes comer, ni beber, ni moverte.

Con Supergirl pude al menos dormir 2 horas y desayunar. Lo que me dio fuerzas suficientes para afrontar lo que tenía que hacer. La diferencia también está en que me vi con fuerzas y valentía de aguantar un poco más el dolor. Aunque creo que en esta ocasión la pedí tarde o todo fue muy rápido y bien podía haber parido sin epidural; eso sí perdiendo la cabeza por el dolor.

Pero me aliviaban los cariños de mi marido o moverme en la pelota. Después de pasar un malísimo rato aguantando los dolores inmóvil para que me pusieran la epidural. Pase otro mal rato hasta que empezó a surtir efecto. Aquí ya estaba sudando y suplicando que le dieran caña a la "droga". No podía más. Comenzaba a sentir presión en la vagina; estaba ya dilatada de 10 centímetros.




Por lo que me prepararon para empezar a empujar mientras la epidural seguía con su trabajo y comenzaba a sentir alivio, mi marido me mojaba la frente y la nuca con paños de agua fría. Mientras yo seguía suplicando y preguntando cuánto tardaba en hacer efecto la epidural.


Fue duro aguantar las contracciones tan dolorosas mientras no podía moverme. Tenía que estar tumbada con las piernas estiradas para que epidural hiciera su trabajo. Pero me ayudaba a tener a mi marido dándome ánimos cambiando los paños de agua fría y de vez en cuando haciéndome reír un poco. Como cuando me preguntó: “¿Me odias mucho en este momento?”



Yo lo siento ahora, pero en ese momento respondí que sí con total sinceridad. Sentía tanto dolor y frustración por no poder moverme que me arrepentí un poco de ese polvo que echamos el que me dejó embarazada. Aunque no recuerdo cuál fue, pero lo odie.

Todo mejoró cuando la epidural terminó de hacer efecto, pero ya era hora de empujar.


Cogieron los pies de la cama y lo quitaron; la cama cambio y se convirtió en paritorio. Tenía que empujar, pero todo comenzó mal como el parto de Superboy.

"Inútil"- pensé: Pero pedí estar más incorporada. Subieron la cama y empuje de nuevo mientras una enfermera tocaba mi barriga y me indicaba cuando llegaba una contracción.



- En esta ocasión nadie se subió encima de mí barriga para hacer una maniobra que está contraindicada. (Maniobra Kristeller) Nadie me cortó el periné para abrir el canal del parto. Mientras un matrón y una ginecóloga me animaban a seguir con palabras de "Lo estás haciendo muy bien, sigue". Aunque yo sabía que el bebé no salía, pero sus palabras me animaban a intentarlo más fuerte.

Esa es otra de las diferencias que han marcado este parto.


En el de Superboy me sentí muy desanimada, una inútil que no sabía parir, y los que me atendieron no ayudaban nada como ya conté; me decían que estaba haciéndolo mal. Os puedo asegurar que las palabras marcan la diferencia. Y por este motivo y otros más han sido los dos partos completamente diferentes. Este segundo no ha sido nada traumático. Muy doloroso sí, pero mejor sin episiotomía. Solo un desgarro, más consciente, con menos miedo y sintiendo un trato diferente.

Nunca olvidaré cuando me dijeron "coge al bebé". Yo termine de sacarla. Con miedo porque resbalaba muchísimo por esa sustancia que les cubre el cuerpo. Pero la cogí y me la puse al pecho. Fue un momento que jamás voy a olvidar.



Con ella en mi pecho le cortaron el cordón umbilical la ayudaron a respirar. No se separó de mí en ningún momento. Hasta una hora o dos después (no estoy segura de cuánto tiempo pasó). Fue un momento muy emotivo para su padre y para mí.


Esta vez mi marido pudo estar, pudo ver nacer a su hija y estar juntos en sus primeros momentos. El segundo momento que nunca olvidaré es cuando ya en mi pecho calmada pero despierta buscaba y seguía la voz de su padre.

Un par de horas después la midieron, pesaron y vistieron para irnos a la habitación de nuevo y comenzar la recuperación de mami y nuestra nueva vida, como familia de 4 miembros.♥






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