Como me dijo mi psicóloga

Ir a Terapia no es para cualquiera.   A terapia solo van los valientes.   Los que quieren mejorar.   Los que quieren avanzar.   Los que quieren cambiar y romper patrones tóxicos.   Sanar viejas heridas.   Los que se atreven a mirar la mierda de dentro y a sacarla para limpiar.   Para los que abren el armario y tiran la ropa vieja, sucia y que huele a rancio.   Yo voy a ser valiente por ellos.   No fue fácil. Dolió mucho. Y no cualquiera coge ese dolor y lo acepta, lo abraza y lo transforma.   Se merecen a una madre sana, estable, que no los traumatice y los haga ir a terapia de adultos.   El camino es largo, pero vamos pasito a pasito.   Ahora que me doy cuenta de los traumas ajenos, porque ya me conozco a mí misma y se lo que no tolero. Siento pena por ellos, y por sus hijos.   Sobre todo, por sus hijos.   Porqué el que tiene un trauma y no acude a terapia, su hijo lo hará en el futuro.   Y si no va a terapia o repite patrón o se vuelve drogodependiente.   Tener hijos para darles un

El día llega y mis nervios afloran.

Hoy necesito volver a este espacio, que hace unos años me servía de terapia y desahogo. 

 
 

Como muchos sabrán mi hijo Superboy, tiene una enfermedad rara. Que llevamos tratando desde que nació, prácticamente. Este año 2021, con 7 años (para 8, como le gustaría especificar a Superboy) le van a quitar su bazo.  

Ese órgano con grandes funciones vitales, pero prescindible.  

 
 

Y me encuentro entre dos vertientes, con las que lucho cada día desde hace dos meses. Una es que llevamos mucho tiempo esperando este momento, porque a él cada vez le cuesta más aceptar que tenemos que volver al hospital a que le pinchen. Tiene muy poca tolerancia al dolor y los pinchazos le duelen mucho. Ya no llora, pero se pone muy nervioso. 





Ir cada mes o dos se ha ido haciendo cada vez más cuesta arriba. Y estábamos deseando que llegara el día en que le quitaran el bazo. Para que él pudiera vivir una vida normal. Como cualquier niño.  

Porque él también debe de estar harto de oírnos decir, que tenga cuidado con los golpes, los balonazos, no te subas ahí que te puedes hacer daño en la tripa. Debe ser frustrante ser medio niño. Un niño que no puede hacer cosas de niños. Ya que cualquier mal golpe podría romper su bazo y mandarlo a urgencias. 



Pero ahora que llega el momento, estoy tan nerviosa, y tengo tanto miedo que podría volverme loca de desesperación y la verdad no  cómo aguanto. Aun menos después de la conversación madre-hijo que tuvimos ayer.  


Todo comenzó porque le dije que estaba muy cansada. Duermo mal, me despierto cada hora, y aunque no me cuesta volver a dormir, me paso la noche viendo todas las horas del reloj. Y eso no es forma de descansar. ¿Él me pregunto porque me pasaba eso? 


"¿Estas bien mamá? ¿te pasa algo? ¿Estas nerviosa? ¿triste?" 



Y yo no soy de esas que les ocultan sus sentimientos y preocupaciones a sus hijos. A mí me gusta hablar las cosas. Así que se lo dije.  


"Cariño, estoy nerviosa por tu operación. Me preocupas mucho. Quiero que todo salga bien." 


Su respuesta me mató. 


"Mamá, yo también estoy nervioso. ¿Y si algo sale mal y me muero?" 




¿Os imagináis a un niño de esta edad con esos pensamientos? Tener miedo a morir con tan poca edad me parece... no sé ni como describirlo. Lo único que se me ocurrió en ese momento fue abrazarle y decirle que todo iba a salir bien. (Y si, aguantarme las ganas de llorar. Pero eso en mí es lo normal con todo el mundo, no porque sea mi hijo y no quiera que me vea llorar. Me ha visto muchas veces llorando por otros motivos) Y hacer un trato. Cada vez que él tuviera esos pensamientos, vendría a darme un abrazo, junto con una palabra clave para así saber él y yo que ese abrazo era especial por miedo a la operación. 


Espero que con cada abrazo que nos demos, callar un poco más esos pensamientos, y tener menos miedo.  

Pero mi cerebro que lleva toda la vida jodiendome fastidiándome la existencia. Me llegan pensamientos catastróficos, y a no ser de que me obligue a poner videos, series, películas, que consigan hacer que piense en otra cosa... siempre estoy pensando en la operación. Y lo que puede salir mal. Así que necesito formas de no pensar.  


Pero como mi cerebro se empeña en seguir con las catástrofes, hay un pensamiento recurrente en mi mente y es algo que me dijo el cirujano. Lo que podría salir mal y complicarse son las venas que alimentan el bazo. Porque el bazo al crecer, sus venas crecen también para poder alimentarlo. 

Así que mi mente me pone imágenes de cirujanos intentando que mi hijo de 7 años no se desangre y muera. Gracias cerebro. Eres muy majo. O imágenes del cirujano viendo a comunicarme que mi hijo a muerto. 


Lo paso peor cuando estoy sola por las mañanas. Por las tardes entre el trajín de recoger a los niños, hablar con otras personas, y estar con los niños en casa haciendo deberes, estudiando con él para sus exámenes, baños, cenas y demás. Todo ello me mantiene distraída. Por las noches me he comprado una cinta para la cabeza que lleva auriculares, para ponerme videos relajantes de ASMR y dormir, si no, el insomnio también me acecharía fuertemente. 




Tengo claro que a medida que el día de la operación se acerque mis nervios empeorarán. Y muy posiblemente ni videos relajantes ni leches en vinagre. Lo tengo muy en cuenta. Y por más que mi cerebro se empeñe en enseñarme imágenes de muerte y de perdida, yo me empeñare también en luchar contra ello y pensar que todo va a salir bien. Que saldrá de la operación y tendremos que lidiar con el post operatorio que será chungo de narices. Por la poca tolerancia al dolor de Superboy.  


El nivel es tan fuerte, que tenemos que sujetarle entre su padre y yo para curarle una herida, porque todo le escuece, y le duele. Aunque sea un raspón en la rodilla y solo le pongamos suero fisiológico. Se resiste y lucha como si en lugar de ayudarle y curarle quisiéramos hacerle daño

.   

Voy a intentar concentrarme en cómo vamos a lidiar con su dolor en el postoperatorio. Imagino que con muchos analgésicos

 

Y ahora que me encuentro mejor por haberlo soltado. Gracias por leerme. Y hasta otra.  

Un abrazo. 


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