Como me dijo mi psicóloga

Ir a Terapia no es para cualquiera.   A terapia solo van los valientes.   Los que quieren mejorar.   Los que quieren avanzar.   Los que quieren cambiar y romper patrones tóxicos.   Sanar viejas heridas.   Los que se atreven a mirar la mierda de dentro y a sacarla para limpiar.   Para los que abren el armario y tiran la ropa vieja, sucia y que huele a rancio.   Yo voy a ser valiente por ellos.   No fue fácil. Dolió mucho. Y no cualquiera coge ese dolor y lo acepta, lo abraza y lo transforma.   Se merecen a una madre sana, estable, que no los traumatice y los haga ir a terapia de adultos.   El camino es largo, pero vamos pasito a pasito.   Ahora que me doy cuenta de los traumas ajenos, porque ya me conozco a mí misma y se lo que no tolero. Siento pena por ellos, y por sus hijos.   Sobre todo, por sus hijos.   Porqué el que tiene un trauma y no acude a terapia, su hijo lo hará en el futuro.   Y si no va a terapia o repite patrón o se vuelve drogodependiente.   Tener hijos para darles un

La máscara de la simpatía


 

Tiene cara bonita.  

Ojos hermosos. 


Una sonrisa que enamora. 


Cada foto que comparte en redes tiene una pose distinta, mejor. 


Así se ven las piernas esbeltas. 


Así tapa la tripa. 


Así disimula papada. 


Así aparenta más glúteos. 


Y en esta además rodeada de gente a la que aparento querer y que me quiere. 


A todos les gusta esa máscara. 


'Me alaban por ello.  

Me quieren por ello. 

Me admiran por ello.' 


Nadie sabe lo que hay debajo.  


Espero que nunca lo lleguen a saber. 


Porqué descubrirán que los muslos, el culo, la barriga, que ellos tanto admiran. En verdad los odio.

  

Da igual que talla use, siempre creo que puedo ser más delgada. 


Pero necesito que me digan lo bonita que soy. Lo necesito con desesperación. 


Si no me lo dicen caigo en una tristeza que me ahoga el alma. 


Espero que esas personas de las que presumo no sepan nunca que en realidad no las quiero.

Las necesito. 


Necesito su aprobación. Su compasión. Su pena. Así me siento bien, y protegida. Aunque nunca llego a sentirme del todo llena. Me sigo sintiendo vacía. No comprendo que me falta. 


Espero que nadie se entere que mi matrimonio es un fracaso. Pero nunca le dejaré. Porqué prefiero mil veces este jardín de flores podridas que estar sola. 


¿Qué hay forma de cambiar ese pensamiento? 

 

No creo que sea nada bueno. No conozco nada más. Esto es lo mejor que puedo hacer por mí y mis hijos. Seguiré fingiendo que todo está bien. Seguiré llevando esta máscara de simpatía y bienestar.

  

Porqué la alternativa a esta máscara es la oscuridad. 


La oscura y tenebrosa soledad. 

Revelar mi verdadero ser. 

 

Revelar al mundo que no soy perfecta, jamás.

 

Revelar al mundo que tengo defectos, ni en sueños.

 

Revelar al mundo que todo es una fachada como muchos en redes sociales, por encima de mi lindo cadáver. 


Me gusta mi máscara y la seguiré llevando. 

 

La llevaré hasta que alguno de mis hijos se revele contra mí y me obligue a ver la mierda que he guardado tanto tiempo. 


Una mierda que les está salpicando, pero por amor a mi máscara no les pienso evitar.

 

Ya se limpiarán ellos solitos cuando sean adultos. ¿Cómo se llamaba eso a lo que acude la gente? 


¿Terapia? 


Eso no es para mí. 


Piensa ella mientras sigue fingiendo que todo en su vida va bien y vuelve a ponerse su mascara.

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