Ayer fui a la presentación del segundo libro de Lucía mi pediatra. Fue una tarde muy intensa. De lágrimas, pero también de risas. No sé qué tienes Lucía que nos tocas el alma, el corazón y por esta razón hoy estoy en modo ñoña.
He despertado al lado de mi pequeño, mi hijo de 3 años. Y observando su preciosa carita mientras dormía, me he parado a pensar por un momento, en lo inmensamente afortunada que soy por tenerle a mi lado.
En lo inmensamente feliz que me hace estar junto a él. Verle crecer, verle sonreír. Ayer mientras lo veía jugar con tus hijos y el pequeño gran Jonay pensé.
"Mira, ese niño alegre, juguetón y jovial a pesar de todo, es mi hijo."
Lo llevé en mi vientre, le di la vida. Pero su personalidad no es gracias a mí ni a su padre. Él ha sido así siempre. Alegre, juguetón, inquieto. Él nació así.
Los malos momentos no pueden con él, y he aprendido que tampoco pueden acabar conmigo.
Las preocupaciones se disipan un poco cuando le veo sonreír. Cuando juega, corre, salta, aunque a veces me vacile, pero según el momento nos reímos un rato los dos. Si es que en su modo Troll ha tenido a quien salir. ¿Verdad Papá? Codo, codo, guiño, guiño.
Me gustó mucho algo que dijo Lucía en su presentación y que me gustaría compartir con vosotros y algún día con mi hijo, cuando sea más mayor.
"Hijo, sé que eres muy sensible, que sientes mucho. Pero no cambies nunca. Los más sensibles sufrimos más, pero vivimos más intensamente, con más pasión."
Dijo, más cosas, pero las lágrimas empezaron a salir y…
Debemos aprender de los niños. De cómo sienten, de su empatía y de los diferentes que son cada uno de nuestros hijos. De las distintas necesidades que tiene cada uno y dejarlos ser como son.
Espero sinceramente poder transmitirle algún día estas mismas palabras a mi pequeño, estar con él en cada paso del camino. Ayudarle si lo necesita. Consolarle si necesita llorar.
Muchos me han dicho que soy una madre maravillosa. No sé si es cierto o no. (Yo y mis inseguridades.) Aunque me gustaría pensar que sí. ¿Sabéis qué? Que, si lo soy, solo es gracias a mi pequeño. Él me hace grande, me hace sentir el mayor amor que jamás pensé que sentiría. Me hace ser mejor persona cada día.
Me hace aprender, que es lo más importante. Lo que verdaderamente importa. Y doy gracias por poder estar con él, gracias por ser mi hijo. Algún día se lo diré y lo entenderá. Por el momento me lo como a besos y abrazos.
Esos besos y abrazos suyos, mágicos, que te alegran el corazón hasta en los días más oscuros. Esos besos que me da sin motivo, por sorpresa que me roban el alma y me hacen morir de amor.
Soy una madre maravillosa, porque tú me haces ser así hijo. Gracias.
¡Qué bonito Ana y qué cierto!!!Y créete que eres maravillosa se mire por donde se mire. Un besote enorme.
ResponderEliminarSOMOS madres maravillosas Vanesa. ¡Créetelo tú también! ¡Un abrazo muy grande!!
ResponderEliminarMe parece precioso lo que has escrito. Qué gran verdad lo de los que somos sensibles. Eres una gran mamá porque alguien que no lo sea no puede escribir así. ¡Un abrazo!
ResponderEliminar¡Ay, muchísimas gracias!! Tú también eres una GRAN mamá. ¡Un abrazote! :D
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